domingo, 19 de octubre de 2008

Ruta Las Biescas (Solle 19/10/2008)

Solle - Las Biescas (19/10/08)
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Comenzamos el recorrido en Solle, al final del pueblo hay una fuente y al lado se encuentra el panel que describe la ruta. La ruta comienza por una pista de tierra con una leve subida dirección al puerto Linares, atravesamos una zona de prados y la verdad es que nos hizo un día tan bueno que el sol molestaba, ya que este tramo cada vez tiene más pendiente y no tiene sombra.
De frente se ve la Peña del Valle y justo a sus pies vemos un refugio de pastores, pero nosotros no vamos a llegar a él porque para llegar a Las Biescas tenemos que dar la espalda a la Peña del Valle y seguir el camino hacia la derecha. Por el camino, que ahora apenas tiene desnivel, disfrutaremos de unas preciosas vistas, de los colores del otoño y podremos observar varios tipos de frutos de otoño como son moras, brunos, setas, etc. Así, casi sin darnos cuenta nos internamos en un precioso bosque de avellanos que te envuelve porque las ramas de una orilla del camino con las de la otra hacen como un túnel y si a esto le sumas la alfombra de hojas, ya es para creer que se va a aparecer el hada del bosque.
Para atravesar este bosque de avellanos nos costó un buen rato porque por la época del año en la que estamos el camino estaba lleno de avellanas y por lo tanto todos los romeros nos dedicamos a recolectar avellanas y a dejarnos las muelas en el intento de comerlas.

El bosque se acaba repentinamente en el collado de Orones, allí fue donde decidimos parar para comer, nos subimos a un alto desde el que veíamos el enorme Susaron, Puebla de Lillo, un buen trozo del Pantano del Porma, el macizo Mampodre, Solle y San Cibrián, vamos, que las vistas en un ángulo de 360º eran para no perdérselas. Allí arriba, presidiendo el mundo, degustamos unos exquisitos bocadillos y después un cafetito, mientras observábamos a un cazador que había apostado detrás de una roca y que como no había forma de que estuviéramos en silencio nos miraba mal…

Eso sí, menuda sorpresa nos llevamos cuando de repente por la ladera de un monte que teníamos enfrente aparecen cinco ciervos (hembras y crías) y cuando todavía no les habíamos perdido de vista, por la misma ladera aparecen otros tres que a toda carrera se meten en un pequeño bosque de robles. El cazador ni se movió y eso que pasaron todos por delante de él, pero eran hembras y crías y además después nos enteramos que había una batida de jabalí.

Después de ver el espectáculo decidimos continuar la ruta, ahora ya de descenso hacia el pueblo de Solle, primeramente hay que bajar por un prado bastante en cuesta hasta llegar a un camino bien marcado que de nuevo nos mete en el bosque de avellanos, al salir atravesamos una zona de prados verdes a los que de vez en cuando parece como si les hubieran dado unas pinceladas de color ocre, marrón, amarillo, caldera…

Seguimos bajando hasta llegar a un pequeño arroyo y de nuevo al mismo camino por el que comenzamos la ruta.

Es una ruta muy fácil y muy bonita y tengo que decir que la gente del pueblo es muy cordial y amable. Nos tomamos un refresco al llegar y nos contaron historias de cuando hace muchos años subían a recoger avellanas, de la divertida rivalidad entre los mozos y mozas de Solle y Orones, historias de lobos, enormes nevadas, etc.

Un domingo bien aprovechado