sábado, 1 de marzo de 2008

Ruta Monte Ranedo (Lario)

Ruta Monte Ranedo (Lario) (01/03/2008)
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Partimos de Lario con guía, ya que nos acompañó José, un compañero de trabajo de Luis (romero de vocación). La familia de José desciende de Lario y por lo tanto es un enamorado de su pueblo y de León en general.
Nos hizo un precioso día lleno de luz, tomamos un camino que poco a poco nos metió en un valle con una enorme extensión de llanura verde con un pequeño arroyo, que la verdad para la época en la que estamos no llevaba mucho agua. Durante este recorrido encontramos en el camino, en pequeñas zonas húmedas, huevos de rana que ya estaban a punto de eclosionar. Siguiendo el arroyo nos metimos en un bosque de hayas precioso, con sus majestuosos árboles, entre los que también había acebos y roble albar, un lujo para cualquier amante de la naturaleza.
La travesía a través del bosque se nos hizo un poco dura, ya que nos habíamos salido del camino, estaba muy empinado y debido a la gran cantidad de hojas caídas resbalábamos, nos caímos, nos agotamos, y entre toda esta odisea, Luisito (uno de nuestros grandes romeros) encontró un asta de ciervo con 5 ó 6 puntas, fue toda una aventura trepar por aquel bosque hasta que poco a poco llegamos a un alto desde el que se veía una panorámica perfecta del circo de Mampodre, se veían Lario y Polvoredo, el Monte Renedo, bueno una vista espectacular que te obliga a plantearte lo insignificante que eres y también cuan privilegiados somos por tener estos parajes tan cerca de casa…
Continuamos camino, ahora ya por un camino perfectamente definido, y llegamos a un lugar que nos pareció el ideal para comer el bocata y desde el cual teníamos otra vista preciosa, devoramos nuestros bocadillos y retomamos la marcha para adentrarnos en el Monte Ranedo, con hayas que nos las abarcan cuatro personas, un monte con ese encanto especial que tienen los hayedos que parecen de cuento, como con magia….
Muy relajadamente, disfrutando de todo el entorno llegamos a un chozo (construcción totalmente circular en piedra con el techo de paja que servía de refugio para los pastores y su ganado), allí mismo había unos caballos enormes que cuando nos vieron nos ignoraron, pero uno de nuestros romeros intentó acercarse y se espantaron, fue una demostración de poderío, de fuerza, lo bonito que es ver a lo animales en su medio, dominando el terreno, también vimos buitres enormes y como no hubo manera de hacer la ruta en silencio no vimos ningún animal más (teníamos esperanzas de ver por lo menos un oso y un urogallo).
Descansamos un ratito y seguimos camino ya de bajada hasta Lario en donde nos tomamos un refresco y a los coches que hasta León todavía nos quedaban 100 km.