viernes, 18 de enero de 2013

CEPEDA - URRIELLO (11/08/2012)




El viernes salimos de León a las siete de la tarde, muy tarde.
Llegando a Pajares, nos retuvieron durante casi una hora, debido a una vuelta ciclista. Paramos a cenar en un área de servicio, pues estaba claro que llegaríamos ya de noche. Todavía tardamos bastante hasta el desvío al Collado de Pandébano, donde llegamos pasadas las doce.
Un viaje largo y lioso, quizás haya que modernizarse y dejarse en manos del GPS.
Sabíamos que el tiempo empeoraría del sábado al domingo, por lo que era necesario aprovechar la ventana de buen tiempo y subir el sábado.
Cambiamos el plan original que consistía en dormir en el refugio, madrugar, escalar y volver a Pandébano, por dormir en la furgoneta, madrugar, escalar y volver a la furgoneta. La furgoneta estaba aparcada a una altitud de mil metros.
A las cinco y veinte nos levantamos, desayunamos y hacia las seis y media salimos con dirección al Picú.
Amanecía, la temperatura era perfecta para apretar el paso, en poco tiempo estábamos en la Tenerosa, pero el camino se empina y el peso de las mochilas se hace más notable.
Llegamos a la canal de la Celada hacia las nueve y cuarto y empezamos a escalar a las diez.
Para mí era la primera ascensión, sin embargo, mi compañero de cordada ya había subido un par de veces anteriormente, aunque ninguna de ellas por la cara este. Él abrió todos los largos, limitándome yo a asegurar y recuperar el material.
La vía Cepeda fue abierta por “San Pedro Udaondo”, allí por los años cincuenta, Es una de las más clásicas de la cara este, todo un prodigio de intuición y lógica en la escalada. Alterna muros, con diedros, chimeneas, fisuras, placas de adherencia…, todo lo que se puede encontrar en una escalada en caliza.
No voy a describir sus nueve largos y sus 350 metros de escalada, no muy difícil, pues solo tiene dos largos de V+, pero sí es exigente físicamente, tanto por su longitud, como por algún que otro paso atlético.
Coincidimos con otras dos cordadas por encima: Una, de unos chavales de LLodio, Gorka y Aimar, en nuestra misma vía, pasamos buenos momentos durante toda la jornada. La otra, escalaba por “Amistad con el Diablo”, la vía abierta por el gran Alfredo Iñiguez, tristemente fallecido este año en un accidente en Quirós.
El caso es que ninguna de las dos cordadas, como pudimos saber de buena tinta más adelante, tenía croquis de las vías que querían hacer. Los que estaban haciendo “Amistad con el Diablo”, se equivocaron de ruta, derivando peligrosamente por debajo y a la derecha del paso “rompetobillos”, provocando caídas de piedra, que ni siquiera advirtieron.
Eso nos puso algo nerviosos, y nos liamos en el sexto largo, donde no encontramos la reunión descrita. Debiendo hacer unos zig-zag peliagudos para salir del paso. Perdimos bastante tiempo. Se trata de una vira fácil (II-III), que a tope de cuerda debe dejarte en una supuesta cómoda reunión de dos clavos. Nunca la encontramos.
En vez de agotar la cuerda, debíamos haber montado la reunión intermedia en dos preciosos parabolts, que son el inicio de una línea de rápeles hasta el suelo, y posible vía de escape, si el tiempo u otras circunstancias lo aconsejan.
El paso del rompetobillos (V+), justo antes del agujero, está muy lavado, pues todas las vías de la cara este, confluyen en ese punto de obligada salida. No nos complicamos y lo forzamos en artificial.
La salida por el agujero, que comunica la cara este con la cara sur es farragoso. Un consejo: ¡Pasa primero la cabeza!
Eran las cuatro de la tarde cuando vimos la cara sur. Ya en el anfiteatro el escenario cambia, y tras unas sencillas trepadas, por roca de excelente calidad, llegamos a la arista cimera y después a la cima, en una media hora.
¡Que voy a decir de la cima! Tras años de escalar, e imaginar estar un día aquí, por fin estás. Desde luego sientes alegría y una gran emoción. Disfrutas de la cima, te sientas, comes, sacas fotos, y no quieres irte. Pero la niebla que entraba por la canal de la Celada, comenzaba a invadir la cara sur. Hora de bajar.
Durante todo el día, pudimos ver como las nubes que se formaban en la cercana costa, crecían hasta hacerse gigantes y engullir todo el territorio, desde el mar hasta nosotros. Dejando sólo emerger las cumbres más significativas de Picos.
En los rápeles hubo aglomeración y tardamos en bajar. Aunque compartimos cuerdas con otras dos cordadas, al final se hizo eterno, y llegamos a pie de pared a las siete menos diez.
Volvimos por la canal de la Celada, ya cubierta por la niebla. Como subimos las mochilas, no tuvimos que ir a buscarlas a pie de vía, como les paso a otras cordadas. Tardamos tres horas en volver a Pandébano. Llegamos agotados, además nos quedamos sin agua en la cima. Menos mal que en la furgo teníamos más.
Conclusiones:
1º) Subir agua de sobra, aunque pese.
2º) Ajustar el horario de salida de León, para llegar al refugio, o a vivaquear en las cercanías de la vía. Para lo cual hay que tener en cuenta: las 3 horas de viaje en coche y las 3 horas de pateada hasta el refugio, total entre 6-7 horas. Y por supuesto la hora de puesta del sol.
3º) Los cambios de tiempo son rápidos en Picos: subimos con sol pero bajamos con niebla y orvallo.
La próxima vez, seguro que mejoramos el tema logístico, jejeje….

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